La compañera a la que Dora se refirió trabajaba largas jornadas en una casa de familia y al no poder permitirse volver a su hogar durante las horas de descanso, pidió quedarse en el quincho de la casa. Sin embargo, esta pequeña solicitud fue motivo de enojo por parte de su empleador, quien le reclamó haber consumido toda la yerba del lugar. “Ella estaba desde las 7 de la mañana hasta las 9 y 10 de la noche, y no almorzaba. Entonces, tomaba mate en el quincho”, explicó Dora. Este acto tan cotidiano fue motivo suficiente para que la joven fuera despedida.
Dora entendió que esta no era una situación aislada, sino un reflejo de las condiciones laborales que sufrían la mayoría de las empleadas domésticas. Así nació la idea de organizarse: “Dije, no puede seguir esto así, hay que organizarnos”. A partir de allí, comenzaron a reunirse con otras compañeras para visibilizar sus demandas, y poco a poco la Unión fue tomando forma.
Derechos laborales: una deuda pendiente
En Tierra del Fuego, como en muchas partes de Argentina, las trabajadoras domésticas enfrentan una situación laboral muy compleja. Gran parte de las empleadas no están registradas, lo que dificulta su acceso a derechos básicos como la obra social o la jubilación. “Nosotras tenemos la peculiaridad, la mayoría, de ser trabajadoras de trabajadores”, señaló Dora, haciendo referencia a que muchas empleadas domésticas trabajan para familias que también enfrentan dificultades económicas.
La falta de estabilidad laboral y la reducción de horas son dos de los problemas principales. Dora explicó que, cuando sus empleadores pierden su trabajo o enfrentan recortes en sus salarios, ellas son las primeras en ver afectadas sus jornadas e ingresos. “Nosotros quedamos obviamente en el último eslabón de la cadena, entonces, por lo tanto, desocupadas, con reducción de horario, mal paga, sin reconocernos los aumentos”, expresó.
Además, la situación es aún más compleja por la falta de cobertura de obra social en la provincia. “Por nuestros valores tan ínfimos no nos acepta ninguna obra social”, comentó Dora. Si bien existen coordinaciones regionales en otras ciudades como Río Gallegos, en Tierra del Fuego no hay oficinas que atiendan específicamente a las trabajadoras del hogar.
La jubilación también es un tema complejo para las trabajadoras domésticas. Los aportes que realizan están determinados por la cantidad de horas trabajadas, y muchas veces no alcanzan los montos mínimos para garantizar una jubilación digna.
“Nosotros tenemos la peculiaridad de que se nos pagan aportes a partir de la cantidad de horas trabajadas, hasta 12 horas trabajadas, de 12 a 16 horas y más de 16 horas”, comentó Dora Sánchez.
La unión de las trabajadoras
A pesar de todas las dificultades, las trabajadoras han logrado algunos avances importantes. En estos 11 años, se han organizado para participar en capacitaciones y eventos que les permiten formarse y conocer sus derechos. “Nos acompañamos, nos ayudamos y nos fortalecemos” señaló.
En los últimos años, Dora ha participado en encuentros a nivel nacional e internacional, como el encuentro de la gran alianza de trabajadoras del hogar de Latinoamérica y el Caribe, lo que le ha permitido compartir experiencias y aprendizajes con otras mujeres en situaciones similares.
Además, la Unión trabaja en conjunto con el municipio de Río Grande para visibilizar la importancia del trabajo doméstico remunerado, especialmente en la categoría de asistencia y cuidado de personas. “Se escucha mucho lo de cuidado, el cuidado de la mamá, el cuidado de la familia, pero no se habla del cuidado remunerado”, manifestó la representante de Unión de Empleadas Domésticas.
Falta de reconocimiento y prejuicios sociales
A pesar de los avances, la sociedad todavía muestra resistencia en aceptar a las empleadas domésticas como trabajadoras con derechos. Dora relató que, en varias ocasiones, compañeras han sido despedidas de sus trabajos por aparecer en el grupo de WhatsApp que utilizan las trabajadoras como medio informativo. “He visto caras de asombro, he visto caras de bronca”, indico Dora, describiendo las reacciones de algunas personas al ver desfilar a las trabajadoras domésticas en honor a los héroes de Malvinas.
El machismo sigue siendo una barrera importante para el reconocimiento de sus derechos. En muchos casos, las empleadoras son las que más resistencia muestran a los cambios: “Por ahí el maltrato no viene tanto de los hombres de la familia, pero sí de las mujeres, de las propias empleadoras”, señaló Dora Sánchez.
La esperanza como herramienta para transformar la realidad
A pesar de todos los problemas económicos y la precarización laboral, Dora y sus compañeras no pierden la esperanza. El grupo ha crecido considerablemente, y hoy en día son más de 400 trabajadoras en la provincia las que forman parte de la unión. “Muchas de ellas prefieren mantenerse al margen por temor, pero estoy convencida de que, con el tiempo, más trabajadoras se sumarán a la lucha” remarcó la referente de la Unión de Empleadas Domésticas. “Que pierdan el miedo, que hablen todo, que hablando la gente se entiende”, sugirió Dora a todas aquellas empleadas domésticas que aún no se han animado a participar del grupo.
“Según un informe realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2020, el 22% de las mujeres asalariadas en Argentina realiza este tipo de trabajo. Es decir, más de 1 de cada 5 trabajadoras se desempeña en el servicio doméstico. En total, se estima que en nuestro país hay más de 1.400.000 TDCP y que el 99,3% son mujeres”. Ecofeminita. Sindicalización TDCP. Ecofeminita.
Aunque las dificultades son muchas Dora Sánchez y la Unión de Empleadas Domésticas de Tierra del Fuego siguen adelante con su lucha. El camino es largo, pero la organización y el acompañamiento entre compañeras han logrado visibilizar la precariedad a la que se enfrentan día a día “La esperanza es lo último que se pierde”, comentó Dora Sánchez.
* Estudiante de 3° año de la Tecnicatura Superior en Comunicación Social del CENT 35. Nota realizada en el marco de la materia Prácticas Profesionalizantes II.