OPINIóN | 17 JUN 2024

HISTORIAS DESDE ADENTRO

El momento de estar contigo…La carta del preso a su mujer amada

En esta entrega, el "Trula" Juárez con comparte las sensaciones, los sentimientos y vivencias de un preso, al despedirse de su mujer amada. Es cuando la visita concluye y el rejero sentencia el final del encuentro y la arbitraria separación, hasta la próxima visita.




Hola mi amor ¿cómo estás? Gracias por esa hermosa tarde de ayer. No veo la hora de que llegue mañana jueves para volver a verte, me encanta cuando apoyas tu cabecita en mi pecho y me dices “qué seguridad y paz siento estando así”.

En ese momento soy incapaz de demostrar que a tu lado estoy como un niño con miedo a perderse en la multitud de una plaza, que visita por primera vez. Tus brazos rodean mi cintura y es el momento exacto donde me olvido de que no puedo mostrar debilidad y una lágrima brota de mis ojos, para así morir derramada arriba de tus cabellos.

Terminado ese momento de miradas entregadas uno al otro, comienzas a contarme sobre tus días, como está todo afuera tratando de obviar algunas cosas malas, para evitar mi preocupación. Entre risa me dices “pero no me alcanzó para esta cuenta, pero no importa se solucionará” de inmediato trato de decir sí, se solucionará. Tratando de que veas que no me preocupo, pero me conoces y me decís: tranquilo, lo soluciono.

Entre mates, charlas, besos, abrazos, somos solo los dos en un mundo muy grande, pero ahora eso no importa, porque no pensamos en eso. Ya en cualquier momento el rejero dirá las malditas y peores malas palabras del mundo: “FINALIZARON LAS VISITAS”. Así que solo disfrutas el momento de estar conmigo.

Llegó el momento que no queríamos, el guardia grita la famosa frase. Nos dormimos en ese instante en un abrazo eterno que solo lo experimenta un preso y su amada, Es el momento donde sabes que te van a alejar de mí sin tu consentimiento. Te doy la mano y te guio hasta las rejas como una niña caprichosa que no quiere hacer caso. “Me dices al oído”: no me quiero ir amor”. Esas palabras me destruyen y nos besamos, con mucha suerte el guardia se conmueve un poco de la situación nos deja despedirnos como se debe, me deja poder sentir que puse mi vida en tus manos. En otros casos muy diferentes, el ortiva te dice “vamos, vamos terminó la visita” cerrando lo más fuerte y cruel que pueda esas rejas, para que el ruido quede resonando en el oído de cada uno de nosotros. Pero no nos importa, igual sobre esas rejas hacemos unos malabares medios raros para volver a besarnos y despedirnos, dejándonos las huellas de las rejas frías en nuestras mejillas, pero no nos importa nada en ese momento.

Me quedo solo mirándote cuando te vas, miro a mis compas de pabellón. Es la misma escena, como congelados, dejando ir por las rejas parte de ellos. Algunos vivirán esa película mucho tiempo más que yo, otros, menos tiempo, pero al lado tuyo mi compañerita es todo más fácil.

Te amo con el alma, corazón y vida, mi mujer amada.