SOCIEDAD | 5 MAY 2023

SU HIJO VIVE EN RÍO GRANDE

Tras 47 años hallaron los restos de su madre desaparecida durante la dictadura

Marcos Mazzucco durante décadas no supo qué pasó con su mamá, tras el secuestro durante la dictadura, en La Plata. A fines de 1998, cuando tenía 28 años, decidió radicarse en Río Grande, y aquí conoció a Silvina, su actual esposa, con quien tuvo una hija y un hijo. El mes pasado, integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificaron los restos de la mujer.




Marcos Mazzucco, residente en Río Grande e hijo de una mujer desaparecida durante la dictadura cuyos restos fueron identificados el mes pasado por integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), sostuvo que el hallazgo le permite “cerrar un duelo” después de 47 años, lo que constituye un “cambio importante” para su vida y la de su familia.

Marcos es uno de los tres hijos que tuvo María Angélica Mellace, secuestrada durante la última dictadura cívico militar el 15 de noviembre de 1976 en la ciudad de La Plata, y de la que se ignoraba cualquier otro dato sobre su paradero hasta el momento.

El trabajo del EAAF y de la subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires permitió determinar que la mujer de 32 años fue asesinada en 1978 y arrojada en un camino de tierra en la localidad de Gándara, donde fue encontrada varios meses después e ingresada como NN en el Cementerio Municipal de Chascomús, el 25 de enero de 1979.

“Todavía no terminé de digerir bien la noticia. Saber que vamos a disponer de un lugar donde enterrarla y donde poder llevarle flores después de 47 años es un cambio abismal para nosotros”, contó Mazzucco a Télam en la ciudad de Río Grande, Tierra del Fuego, donde vive desde 1998.

 

Una historia conocida hasta el momento del secuestro

 

El hombre explicó que conocían la historia de su madre hasta el momento de su secuestro, porque ello está documentado en un expediente judicial, mientras que la identificación de sus restos permitió conocer a dónde la llevaron luego y cómo fue ejecutada.

“El equipo de antropología forense nos convocó a una reunión por Zoom, a mis hermanos y a mí. Mi hermano Emilio vive en Buenos Aires y mi hermana Verónica en Estocolmo (Suecia) donde se exilió en 1977. Ahí nos leyeron todas las conclusiones. A mi mamá la mataron de seis disparos en el pecho y la dejaron tirada, hasta que varios meses después ingresó como NN a una fosa común”, detalló.

También mencionó que, con el paso del tiempo, construyeron nichos de otras personas sobre la tumba común, y que fue necesario remover esas estructuras para poder dar con los restos de su madre.

“Mi mamá era enfermera y trabajaba en un consultorio. Pertenecía a un partido político de izquierda. La citaron en una dirección y la estaban esperando. Era una trampa. Yo tenía seis años. Mi recuerdo es que me ayudaba con los deberes y yo le daba la mamadera a mi hermana”, recordó el hijo de María Angélica Mellace.

Su padre era delegado gremial en un astillero de Lomas de Zamora, y también fue secuestrado y desaparecido en 1977.

“Fuimos de mano en mano, primero con unos amigos de mi papá y finalmente con mis abuelos paternos en La Plata, que nos criaron como pudieron. Cuando tenía 15 años nos fuimos con un tío, hermano de mi mamá, a Capital Federal”, rememoró Mazzucco.

 

Ahora vive en Río Grande

 

A fines de 1998, cuando tenía 28 años, decidió radicarse en Río Grande, y allí conoció a Silvina, su actual esposa, con quien tuvo dos hijos, una mujer y un varón.

Trabajó en fábricas electrónicas y ahora está desempleado, aunque se gana la vida haciendo delivery y como seguridad en boliches de la ciudad fueguina.

“Todavía no hablé del tema con mis hijos. No sé cómo encararlo. Con mi hija de 16 años pienso que será más fácil. Tengo que ver cómo se los explico. Ellos saben que su abuela es una desaparecida, la conocen por fotos, pero ignoran estos detalles acerca de su muerte”, relató el hombre.

Aún conmocionado por el hallazgo de los restos de su madre desaparecida, Marcos piensa que de este modo podrá cerrar un duelo inconcluso y hasta dar testimonio de un pasado que ahora luce más completo.

“Ahora tengo la posibilidad de tenerla y completar el duelo. Sé que lo voy a ir asimilando de a poco. En algún momento me gustaría contarlo en las escuelas, a los chicos, en los aniversarios del golpe. Sería una forma de mantener viva la memoria de mis padres”, concluyó.

Fuente: Télam