OPINIóN | 18 JUL 2022

HOOVERING

La técnica de la aspiradora

Hoovering o en español la técnica de manipulación de la aspiradora, ya que alude al famoso artefacto de la marca norteamericana, es otra manera de nombrar aquello que la Psicología, la Psiquiatría y el Psicoanálisis han trabajado durante mucho tiempo bajo el concepto de Psicopatías.




Un envoltorio nuevo que pone en circulación social una advertencia latente “Ud. Podría estar desayunando con un/a psicópata sin saberlo” y es que en principio podemos decir que la psicopatía es el arte del camuflaje y no respeta género ni orientación sexual sino que responde a un modo de organización interpretativa del mundo que desde el Psicoanálisis se entiende como perversión.

El proyecto mayor de un sujeto con rasgos perversos es alcanzar sus objetivos sin importarles el cómo. Esto hace que la primera enmienda de Nicolás Maquiavelo le resuene sin ningún sentido y que ni por un segundo se enreden con el debate de si el fin justifica o no los medios.

El aplastamiento del deseo del otro y las conductas que deba desarrollar para obtener sus metas no siempre están acordes a las convenciones sociales y es por este motivo que el psicópata encuentra muchos disfraces que le permiten adoptar modos de convivencia bastante logrados frente a sus víctimas.

Kubrick en su famosa película La Naranja mecánica adelantaba el debate sobre el par salud[1]enfermedad. En el largometraje mencionado, una pandilla de delincuentes que salían por las noches a aterrar a sus víctimas eran posteriormente atrapados y obligados a participar de un experimento psicológico de exposición sonora y visual de actos atroces con el objetivo de devolverles la moral perdida.

Un objetivo tan romántico como ineficaz y es que, así como no se ha encontrado el gen que determine algunas patologías del orden emocional tampoco se ha encontrado para esta una base orgánica que la explique.

En el libro “La sabiduría de los psicótapas” de Kevin Dutton se describe de manera detallada los elementos que se ponen en funcionamiento en una estructura de personalidad con fuertes componentes perversos. Dice además que estos sujetos logran a veces ser tan exitosos que ocupan lugares de poder en nuestra sociedad llegando incluso a ser; presidentes, gerentes de multinacionales, grandes empresarios y/o prominentes personalidades que deslumbran en nuestra sociedad.

La fascinación que producen es quizá el gran artilugio de bolsillo que pone en juego el psicópata para capturar la mirada de sus víctimas y es que se nutren de la atención que pueden obtener enuna sociedad que a su vez pondera el espectáculo como corolario de lo exitoso.

El doblegar la voluntad del otro (no siempre con violencia física), el victimizarse sobre los actos en apariencia imprudentes, la repetición de las disculpas y sobretodo la imposibilidad de elaborar el impacto de saberse perdido para un otro son huellas dactilares de un sujeto con rasgos psicopáticos.

Diluirse en el anonimato o ubicarse en lugares de prestigio social son dos de los modos más estudiados de la operatoria de un psicópata que desarrolla sofisticados escenarios donde montar su gran espectáculo. Las más de las veces lleno de espectadores que lo sostienen orbitando hipnotizados bajo el hechizo de su accionar.

Desde la sociedad que describía Eherenberg en “La fatiga de ser uno mismo” a la nuestra, solo han pasado 30 años. Allí el autor francés realizaba un cálculo social sobre el padecimiento que captaba de los individuos de las grandes urbes sometidos a los procesos colectivos de exigencia habitual, y consideraba que frente a estos, el cuerpo respondía con depresión. Es decir que ante la imposibilidad de sostener todas las exigencias el cuerpo claudicaba cayendo a un estado de impotencia libidinal que le impedía seguir respondiendo.

Si bien sabemos que para las condiciones humanas existen pocas reglas generalizables bien se puede identificar siguiendo la pista del autor, que estas apreciaciones son sólo posibles si describimos a un sujeto neurótico que se interroga por su acción y su lugar en una sociedad. La conciencia crítica y la demanda social se articulan para comprimir y tensionar al sujeto de Eherenberg pero quizá lo que le faltó explicar al autor es que esto no incumbía al psicópata que carece de culpabilidad y reproche frente a su propio accionar.

En una sociedad que impulsa a la búsqueda de la soberanía propia y la autonomía cabe preguntarse sobre el tipo de individuo que produce y reproduce. Sabemos por la psicología que estos sujetos suelen retroceder solamente frente a la ley, pero con Lacán también nos enteramos de las malas noticias, ellos tienen la ley en el bolsillo.

*Dipl. Psicología Jurídica y Forense

MP 2504