Opinión | 6 oct 2024
HISTORIAS DESDE ADENTRO
Estudiar estando preso es un derecho, no un privilegio
Esta semana, “Trula” Juárez relata la experiencia con una docente que da clases en contexto de encierro. Además, advierte que el acceso a la educación es un derecho para quienes se encuentran privados de su libertad. Él, que recibió su título como comunicador social en la Unidad de Detención de Río Grande, pone una mirada crítica sobre la condena social “que persigue a las personas privadas de la libertad”.
Por: “TRULA” JUÁREZ *
En una charla con la profesora y licenciada en gestión educativa en contexto de encierro, Gabriela Alava, me comenta que para ella la mejor manera de fomentar y mejorar la educación, en contexto de encierro, es aceitar los mecanismos de acceso a la información de trayectoria educativa de las personas privadas de la libertad. También se debe enseñar a mirar la educación como un derecho, no como un tratamiento del interno.
Igualmente, me dice que le parce muy razonable ampliar la oferta educativa del nivel superior. También recomienda poner estrategias que acompañen a los estudiantes y que esas ofertas académicas sean carreras gratuitas.
La profe, como yo le digo, me señala que la falencia más notable en la educación carcelaria es su visibilidad.
La ley de educación nacional, en 2006, incorpora la modalidad de educación en contexto de encierro. Pero a pesar que está el marco legal en la formación docente, no se menciona el trabajo en contexto de encierro. Eso genera estigmas, falta dar a conocer más sobre la educación carcelaria, para así romper o disminuir esa condena social, que persigue a las personas privadas de la libertad.
En una reflexión, la profe me comenta que siente mucho amor por la docencia. Me dice que no sabe si lo hace bien o mal, pero adora ser docente.
Ella es una convencida que la educación es un derecho. Por lo tanto, alcanza a cada persona en particular. Siempre me inculcó la idea de ejercer la docencia con las personas más vulnerables, marginadas y desprotegidas, en general.
La satisfacción más grande para ella, es ver que un privado de la libertad reciba su título al egresar en alguna carrera. Uno siente que la misión está cumplida, quizás no le cambie la vida totalmente, pero la acción esta.
Así cerramos la charla con la profesora y obvio un aplauso para esta persona, tan querible y buena.