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Sociedad | 12 jul 2020

CHACRA “LA ABUELA JULIA”

Gigantes que siguen creciendo en cuarentena

La chacra “La abuela Julia”, conocida por sus verduras gigantes, no detuvo su producción durante la cuarentena. Algunos de sus productos llegan a pesar hasta 15 kilos. Francisco Barría cultiva verduras varias y además cría animales.


Por: Franco Córdoba*

La chacra “La abuela Julia” está ubicada en la margen sur de Río Grande, en la calle Los Cerros 250. Pero, para hablar de ella, tenemos que hablar del productor e integrante de la Asociación de Huerteros y Chacareros “Shelknam” Francisco Barría, quien además es herrero y restaura antigüedades.

“El nombre de la chacra es por la abuela de mi esposa, porque en realidad ella fue la que empezó con el tema de la chacra, y de ahí tome la posta yo, porque ella no sabía sobre el tema de la tierra. Tengo 18 años trabajando ahí, era todo pampa cuando empecé. Arranque haciendo mis primeras siembras con chapas de tambor a los costados. Fue todo una aventura, obviamente, como todo el tiempo, porque todas las temporadas es una aventura nueva, sin saber los resultados”.

Francisco, nació y se crio en el campo, donde aprendió muchos de sus secretos. Secretos que revelaremos más adelante. Actualmente, lleva 18 años trabajando en su chacra y al igual que muchos, él también sigue asombrándose por el tamaño de sus verduras. “Siento una satisfacción incalculable, indescifrable, porque cuando empezás a sembrar, empezás a trabajar, y con la meta de que esto te dé buen resultado. Y cuando ves los frutos después, que llegan a esa enormidad, sabiendo que lo que estás haciendo es orgánico y no poder creerlo, eso es una alegría, un orgullo terrible. Te digo… yo estoy feliz, feliz con lo que estoy haciendo”.

 

Chacra y cuarentena

 

La chacra “La abuela Julia” no solo se dedica al cultivo, sino que también tienen una gran variedad de animales. “Tengo gallinas, gansos, patos, chanchos, caballos, todos los animales. Porque con el mismo animal yo estoy haciendo mi propio abono. Entonces todo va de la mano, una cosa con la otra. Por ejemplo, todo lo que sobra de verde o seco, lo transporto al corral de los animales. Entonces el animal come lo que puede, el resto lo pisa, lo descompone con sus propios desechos y eso pasado un año vuelve a ser tierra, teniendo todas las proteínas que necesita una planta para un buen crecimiento”.

No hay un día que pase, sin que Francisco no esté junto a sus plantas y sus animales, lo que le demanda muchas horas en la semana. Por eso, la cuarentena le permitió hacer dos cosas que ama: estar en la chacra y estar con su familia. “La cuarentena a mi me favoreció en varios aspectos, me ayudo a estar mucho tiempo con mi familia, porque en mi caso tengo el tiempo muy ocupado. En la mañana me voy a trabajar, vuelvo, paso a comer algo y me voy a la chacra. Con la cuarentena estuvimos más tiempo juntos y de paso me acompañaron ellos también con las tareas”.

 

Los secretos de un productor

 

Repollos de 15 kilos, nabos de 9 kilos y zanahorias de casi 3 kilos, son algunos de los productos que más llaman la atención en la chacra de Francisco. Entre los tantos secretos que acompañan este resultado, se encuentra la luna. “Siempre le indico a la gente tener el cuidado y la dedicación, acá no hay nada disfrazado, es todo natural. Una buena preparación de la tierra en tiempo y forma, como corresponde. Además, yo trabajo con la luna y lo voy a seguir discutiendo delante de quien sea. Yo trabajo con el tema lunar, cuarto menguante, cuarto creciente, y jamás la voy a pifiar. Porque estoy trabajando con eso, y me da un resultado al 100 por ciento”.

Muchos de los secretos los aprendió de su madre, hace 50 años: “Es todo un tema antiguo, a mi realmente me da un resultado al cien por cien. Lo mismo que estoy haciendo hoy, lo hacia mi mamá cuando yo era chico. Yo siempre quise tener los mismos resultados que ella, pero los superé ampliamente. Los nabos no, porque los que ella sacaba llegaron a pesar hasta 16 kilos, pero no acá. Climas distintos, el suelo distinto y todo. Había más temperatura. Acá es un lugar bastante inhóspito, así y todo, me queda una forma espectacular.”

Franciso explicó que “Si plantas un repollo en luna llena, no vas a tener un repollo, vas a tener una planta con hojas y una flor. Muchos dicen, esa semilla no me arrolló ningún repollo. Bueno… es porque  la semilla no fue elaborada en el tiempo que correspondía. Las semillas que yo vendo, las que yo tengo, las garantizo. Porque yo sé que están hechas a tiempo. Por eso, no discuto con las personas si no las siembran en las lunas que yo les dije”.

 

Un sueño gigante

 

Así como Francisco aprendió a trabajar la tierra con los consejos de su madre, hoy en día, él le enseña a su pequeña nieta. “Tengo una nieta de 8 años que es la que me ayuda en todo. Ella es la que me prepara los plantines, me selecciona semillas y estamos los dos todo el día en constante movimiento. Desde chiquita, siempre fue amante de los animales y la agricultura. Ojalá algún día ella pueda ser veterinaria o agrónoma, yo la ayudaría a estudiar, aunque creo que va ser por el lado de la agronomía, porque es muy dedicada al tema de la tierra”.

Hace años, la chacra “La abuela Julia” viene persiguiendo un sueño que por cuestiones económicas aún no lo han podido lograr. Francisco Barría quiere lograr una chacra instructiva, constructiva y educativa. “Mi sueño es tener un lugar donde los estudiantes puedan ver la cadena alimenticia, de donde nace la planta, a donde consume el animal, y vuelve de vuelta a la planta con abono. Pero me gustaría hacerlo de forma grande, con buenas instalaciones. Si al año llegan mil chicos y dos pueden interesarse en este tema, yo sería la persona más feliz del mundo”, finalizó.

 

* Nota realizada por estudiantes de 3° año de la Tecnicatura Superior en Comunicación Social del CENT N° 35, en el marco de la materia Prácticas Profesionalizantes II.

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