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Opinión | 28 mar 2020

PANDEMIZADOS

El concepto de trauma y su segundo tiempo

El licenciado Leandro Hocqcuart, desde la psicología, desarrolló un texto sobre la pandemia COVID 19 y su impacto sobre la sociedad. Se refiere a nuestra condición insular y advierte que en este marco “siempre hay una nueva oportunidad para repensar los espacios, los cuerpos y el tiempo”.


Por: Lic. Leandro Hocquart

La definición de Pandemia se ha socializado a partir de las primeras noticias que se dieron a conocer en el mes de noviembre de 2019 cuando declararon en China el primer caso de COVID-19 al que llamaron paciente cero, un sujeto de 55 años que vive en la provincia de Hubei.

De cualquier manera, no fue hasta enero del 2020 que se informó oficialmente del brote de un nuevo virus en la ciudad de Wuhan.

Declarada pandemia por la OMS. Se comenzaron a percibir inmediatamente los efectos devastadores de una enfermedad sin precedentes y que ataca exponencialmente a todos los países indistintamente de su capital económico.

Y es que no resulta tan paradójico que en el universo mismo del capitalismo se abra paso una enfermedad que no respeta fronteras, respondiendo quizá a las lógicas del mercado en su extrema manifestación.

En términos productivos, desde hace muchos años se piensa que nada se hace en origen, esta es la lógica del mercado, se ensamblan componentes que solamente tienen condición de producto acabado si se respetan los procesos por los cuales han sido diseñados. Es decir que las fronteras solo tienen valor político-económico en la medida en que responden a una mutua dependencia.  Ahora bien, ¿aplica esto también para las enfermedades?

La OMS hace un tiempo redefinió lo que entendía por salud, considerando que es un estado de “perfecto bienestar físico y social” y no solamente la ausencia de enfermedades. Esta definición conlleva en sí misma un sesgo ya que tiende a normalizar y a proponer a priori un consenso sobre las condiciones que considera produce bienestar sin tener en cuenta lo político y la idiosincrasia cultural de cada país (Moreno 2008).

Ya vemos como un empuje al ideal en complicidad con una sociedad de máximo confort tramita las condiciones generales y estadísticas por las que una sociedad o un individuo es considerado saludable.

Desde el Psicoanálisis mantenemos una vía firme para pensar al sujeto de nuestros días como alguien a quien le cuesta ser reducido a los datos, es decir que siempre que se lo intenta acotar por la vía de las suposiciones generales se escabulle dejando un rastro.

Ese rastro es posible de verificarse en consultorio cada vez que un sujeto propone encontrarse con su historia frente a frente a través de la transferencia que genera con un analista. El tratamiento es singular y el desarrollo de un tratamiento es caso por caso.

Volviendo a la pandemia que nos azota en nuestros días, es justamente en este punto de cálculo que las predicciones sanitarias muestran su falla. Ante el asombro de la pandemia, los países desarrollan estrategias para intentar solventar lo que se produce como efecto traumático y que se manifiesta como una pausa en el tiempo imposible de elaborar en el momento. Esta es la condición de trauma tan estudiada por el psicoanálisis, un evento que queda por fuera de la órbita significante y que llega sin que estemos preparados para absorberlo rompiendo así todas nuestras posibilidades de respuesta avasallando las barreras protectoras del aparato psíquico. (Freud, 1896).

El concepto de trauma, tomado de los primeros momentos del desarrollo de la metapsicología Freudiana hacía referencia a un tiempo subjetivo que se dividía en dos momentos y que si bien tenía relación directa con lo invasivo de un estímulo externo no se reducía a este. De manera que no se podía pensar que a igual estímulo equivalían iguales consecuencias. Esta era la época (1896) en que las teorizaciones de Freud pasaban por el Quantum de excitación del aparato psíquico y sus descargas.  Más adelante ya por 1920 este mismo concepto queda sostenido por los desarrollos teóricos de la ligazón y la repetición y sus consecuencias.

Por último, en un tercer momento los desarrollos de Inhibición, Síntoma y Angustia reestructuran finalmente el concepto hasta relacionarlo al conflicto en una postura que permitía la complementariedad de lo económico y lo dinámico (Tutte, 2006).

Desde que apareció el virus hasta la fecha se han contagiado 407.000 personas en 185 países y han muerto hasta ahora un total de 18.000 personas con un nivel de contagio y aceleración alarmante dividiendo las opiniones en por lo menos dos campos: aquellos más optimistas que esperan la vacuna en breve y lo realistas concretos, que consideran que como esa vacuna no está  es necesario que se siga concientizando a los individuos sobre las más íntimas conductas de higiene que hemos aprendido en esta ventana de tiempo de 14 días.

Este es el panorama por lo menos en Argentina, y extensivo a Tierra del Fuego, lugar en que resido y que ha extremado las condiciones de encierro propuestas desde el gobierno local en un acto de respuesta inmediata y que hasta el momento ha logrado aplanar la ya famosa curva de contagio.

Esta última lectura podría causar la sensación de que luego de estos 14 días la batalla contra el coronavirus ha terminado y que esta pesadilla desatada hace ya 4 meses tiene un final feliz y anecdótico.

Desde mi opinión no lo creo así, y esto en la medida en que el trauma del que hablaba en la introducción tiene un segundo momento que no respeta los cálculos de la estadística, esos efectos serán verificables solo a posteriori cuando pase el aturdimiento  y sea momento de resignificar lo acontecido.

Tierra del Fuego está ubicada en el extremo sur de la Argentina y aislada (en varios sentidos) de las grandes urbes, de manera que esto a modo estratégico podría ser lo óptimo salvo que pasada la cuarentena se relajen las fronteras políticas y éticas que contienen todavía a la gente en sus casas en un acto de consciencia sin precedentes.

Convertir la conducta de higiene en hábito es la única vacuna que se ha encontrado hasta el momento, eso y la ética singular que no nos permite flaquear de espíritu aún en las conductas mínimas.

En una época en que lo virtual se ha convertido en amo absoluto, tiene que llamarnos la atención que un virus nos obligue a permanecer en nuestras casas arreglándonoslas con el mal entendido, el hartazgo, el cuerpo propio y el del otro.

Siempre hay una nueva oportunidad para repensar los espacios, los cuerpos y el tiempo, desplazando un narcisismo venenoso para permitirnos el encuentro con la mirada del otro haciendo verdadero lazo social, quizá por esa vía se encuentre alguna respuesta ante el estrago generado por el Covid-19.

Hocquart Leandro, Psicoanalista

Río Grande 24 de marzo de 2020

 

Bibliografia

Freud. S Freud, S., Inhibición, síntoma y angustia, Obras completas, Amorrortu, Bs. As., 1979.

Moreno,A. La definición de la Organización Mundial de la Salud y la Interdisciplinariedad https://www.redalyc.org/pdf/410/41011135004.pdf

Tutte, J; 2006 El concepto de Trauma psíquico: un puente en la interdisciplina

http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=382

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